
Un reciente estudio reveló que la leche mejora la diversidad bacteriana del intestino, mientras que el queso podría reducir microbios clave para el equilibrio digestivo.
Un equipo de científicos del Baylor College of Medicine, liderado por el Dr. Li Jiao, descubrió que el consumo de leche está asociado con una mayor biodiversidad bacteriana en el intestino, un factor clave para la salud digestiva y general. El trabajo también advirtió que el queso, a diferencia de la leche, puede reducir ciertos microbios beneficiosos, afectando potencialmente el equilibrio intestinal.
“Los lácteos pueden influir directamente en la estructura y composición de la microbiota intestinal”, explicó el Dr. Jiao, al presentar los hallazgos publicados en la revista científica Nutrients.
¿Por qué importa la biodiversidad intestinal?
El intestino humano alberga trillones de microorganismos que ayudan en la digestión, fortalecen el sistema inmunológico y hasta influyen en el estado de ánimo. Cuanto más diversa es esta microbiota, menor es el riesgo de padecer obesidad, enfermedades inflamatorias e incluso trastornos mentales.
Según el estudio, la leche —rica en lactosa— favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas como Faecalibacterium y Akkermansia, asociadas con una mejor salud metabólica y menor inflamación. En cambio, el **queso —con menor contenido de lactosa— podría reducir la presencia de microbios como Bacteroides y Subdoligranulum, que cumplen funciones clave en el colon.
Leche, queso y salud: recomendaciones clave
Aunque tradicionalmente se ha promovido el consumo de tres porciones diarias de lácteos por su aporte de calcio y proteínas, este estudio sugiere que no todos los productos lácteos tienen el mismo efecto sobre el microbioma.
Los investigadores recomiendan prestar atención al tipo y calidad de los lácteos más que a la cantidad. Además, advierten que no todas las personas toleran bien la lactosa, por lo que quienes tienen intolerancia deben optar por productos adecuados para proteger su salud intestinal.
¿Y el yogur?
El estudio incluyó a 34 adultos, en su mayoría hombres, y el consumo de yogur entre ellos fue muy bajo, por lo que no se identificaron efectos relevantes de este producto fermentado. Sin embargo, se espera que futuras investigaciones incluyan una mayor diversidad de alimentos y participantes.
Lo que viene: más estudios y mejores guías
Este hallazgo abre el camino a nuevos estudios que exploren cómo interactúan la leche, el queso y otros lácteos con la microbiota en distintas edades, géneros y estilos de vida. El objetivo es desarrollar guías nutricionales más personalizadas, que tengan en cuenta el impacto de cada alimento en la salud intestinal.